IGLESIA EN MENDOZA, VERACRUZ .MEXICO
  ESTUDIO "CRISTOLOGIA" COMPLETO.
 

 




 CRISTO ANTES DE LA ENCARNACION:
 
Lectura Bíblica: Hebreos 13:8
 
La doctrina de la persona de Cristo es crucial para la fe cristiana. Es básica para la soteriología (Salvación), porque si nuestro Señor no es lo que DIJO ser, entonces Su expiación fue deficiente, no un pago suficiente por el pecado.
 
La doctrina se puede organizar más o menos en orden cronológico.
 
  1. El Cristo antes de su encarnación
  2. La encarnación de Cristo
  3. La persona del Cristo encarnado
  4. Cristo: Profeta, Sacerdote y Rey
  5. El autodespojo de Cristo
  6. La vida sin pecado de Cristo
  7. La resurrección y ascensión de Cristo
  8. Los ministerios de Cristo posteriores
Los mayores problemas teológicos aparecen en el período de la humillación de Cristo mientras estaba en un cuerpo terrenal, problemas como el significado de kenosis, la relación entre Sus dos naturalezas, y la impecabilidad.
 
I. LA PREEXISTENCIA DE CRISTO ANTES DE SU ENCARNACION:
 
A. El significado de la preexistencia
 
La preexistencia significa que El existió antes de Su nacimiento. Para algunos escritores significa que El existió antes de la creación y antes del tiempo.
 
B. La importancia de la preexistencia
 
  1. Al nacer. Si Cristo llegó a existir en Su nacimiento, entonces no existe una Trinidad eterna.
  2. No es Dios. Si Cristo no fue preexistente entonces no pudiera ser Dios, porque, entre otros atributos, Dios es eterno.
  3. Mentiroso. Si Cristo no fue preexistente entonces mintió, porque El se atribuyó preexistencia. Entonces, surge la pregunta, ¿de qué más mintió?
 
C. La evidencia de la preexistencia
 
  1. Su origen celestial. Los versículos que reclaman un origen celestial para Cristo atestiguan de Su existencia antes de nacer. Note especialmente Juan 3:13 y 31.
  2. Su obra como Creador. Cristo estuvo involucrado en crear, entonces, por supuesto, tuvo que existir antes de la creación. Véase Juan 1:3; Colosenses 1:16; y Hebreos 1:2.
  3. Su relación con Dios. El se atribuyó igualdad de naturaleza con Dios (Juan 20:30). El también afirmó haber tenido gloria junto a Su Padre antes que el mundo fuese (17:5). Pablo también declaró que Cristo tenía la misma naturaleza de Dios (Filipenses 2:6). Estos pasajes también son evidencia de Su eternidad.
  4. Sus atributos. El se atribuyó Deidad total y otros la atestiguaron. Estas atribuciones serán examinadas más adelante, pero por ahora bastará Colosenses 2:9 en Cristo habita toda la plenitud de la Deidad.
  5. Su relación con Juan el Bautista. Aunque Juan nació antes que Jesús, él reconoció que Jesús existió antes que él (Juan 1:15, 30, textualmente “primero que yo”, pero refiriéndose a la preexistencia como la base de la superioridad de Cristo sobre Juan).
 
II. LA ETERNIDAD DE CRISTO ANTES DE SU ENCARNACION:
 
A. El significado de la eternidad
 
La eternidad significa no sólo que Cristo existió antes de Su nacimiento o aun antes de la creación, sino que El existió siempre, eternamente. Usualmente la eternidad y la preexistencia permanecen o caen juntas, aunque Arrio enseñó la preexistencia del Hijo pero no Su eternidad. El insistió en que si Cristo fue el Hijo unigénito debió de haber tenido un principio. Los Testigos de Jehová hoy en día tienen una cristología como la Arriana, que niega la eternidad del Logos.
 
B. La importancia de la eternidad
 
Si se niega la eternidad, entonces (a) no hay Trinidad, (b) Cristo no posee la Deidad total, y (c) El mintió.
 
C. La evidencia de la eternidad
 
Su relación con Dios como partícipes de la misma esencia demuestra Su eternidad, puesto que Dios es eterno. Notemos la palabra charakter” en Hebreos 1:3 la cual indica que Cristo es la representación exacta de la naturaleza o esencia de Dios.
 
La posesión de los atributos divinos incluye el de la eternidad.
 
Los profetas del Antiguo Testamento afirmaron la eternidad del Mesías. Miqueas dijo que Sus salidas son desde los días de la eternidad. (5:2). Isaías 9:6, “Padre Eterno”, se refiere a Cristo como un Padre para Su pueblo siempre.
 
Cristo se atribuyó eternidad cuando declaró: “Antes que Abraham fuese, YO SOY” (Juan 8:58). Esto es más que una existencia limitada antes que naciese Abraham, porque El dijo “YO SOY”. “Yo era” pudiera indicar que El existió varios siglos antes que Abraham.
 
La plena declaración de Juan es que Cristo es Dios (Juan 1:1). “El Verbo era Dios”. No el Verbo era divino como dicen algunos. Ni tampoco dice Juan que el Verbo era un dios (como lo traducen los Testigos de Jehová).
 
III. LA ACTIVIDAD DE CRISTO ANTES DE SU ENCARNACION:
 
A. Su actividad como Creador
 
  1. Su alcance. El participó en la creación de todas las cosas (Juan 1:3; Colosenses 1:16; Hebreos 1:2). Esto demuestra Su poder (ser capaz de crear todas las cosas).
  2. Su propósito. Todas las cosas fueron creadas para El (Colosenses 1:16), es decir, para el propósito de llevar a cabo Sus fines en la creación.
  3. Su continuación. El ahora también sustenta Su creación, porque en El todas las cosas subsisten (v. 17). Esto demuestra Su presencia (continuar sustentando la creación).
 
B. Su actividad como Ángel
 
1. Su identidad como el Ángel de JEHOVA. El Ángel de JEHOVA es claramente una manifestación de JEHOVA, porque El habla como Dios, se identifica a Sí mismo con Dios, y afirma ejercer las prerrogativas de Dios (Génesis 16:7–14; 21:17–18; 22:11–18; 31:11–13; Éxodo 3:2; Jueces 2:1–4; 5:23; 6:11–22; 13:3–22; 2 Samuel 24:16; Zacarías 1:12–13).
 
El hecho de que las apariciones del Ángel de JEHOVA cesan después de la encarnación indica que El es un miembro de la Trinidad. Esto se confirma con la afirmación del Antiguo Testamento de que el Ángel de Dios acompañó a Israel cuando salieron de Egipto (Éxodo 14:19; y la declaración del Nuevo Testamento de que la Piedra que siguió a Israel era Cristo (1 Corintios 10:4).
 
2. Sus ministerios como el Ángel de JEHOVA.
 
1)    Muchas veces actuó como mensajero a varias personas (Génesis 16:7–14; 22:11–18; 31:11–13).
2)    Guió y protegió a Israel (Éxodo 14:19; 23:20; 2 Reyes 19:35).
3)    Fue el instrumento de juicio sobre Israel cuando Dios mandó una pestilencia sobre el pueblo (1 Crónicas 21:1–27).
4)    Fue el agente de refrigerio para Elías (1 Reyes 19:5–7).
 
 
Aunque nuestro Señor no estuvo inactivo durante Su estado previo a la encarnación, Sus mayores obras necesitaron de la encarnación.
 
El permanece magnífico en Su persona como el Dios eterno,

LA ENCARNACION DE CRISTO:
 
 
Lectura Bíblica: 1 Timoteo 3:16
 
I. EL SIGNIFICADO DE LA ENCARNACION
 
Aunque la palabra como tal no aparece en la Escritura, sus componentes (“en” y “carne”) sí ocurren.  Juan escribió que el Verbo se hizo carne (Juan 1:14).  El también escribió acerca de la venida de Jesús en carne (1 Juan 4:2; 2 Juan 7).  Es decir que la segunda Persona eterna de la Trinidad tomó la humanidad sobre Sí mismo.
 
El no poseyó la humanidad mientras no nació, puesto que El Señor se hizo carne.  Sin embargo, Su humanidad era sin pecado, un hecho que Pablo protege al escribir que El vino “en semejanza de carne de pecado” (Romanos 8:3).
 
II. LAS PREDICCIONES DE LA ENCARNACION
 
A. La predicción del Dios-Hombre
 
En la profecía acerca del Mesías en Isaías 9:6; se predijo la unión de la deidad y la humanidad en El.  Se nos dice que un niño nacería (una referencia a la humanidad) y que Su carácter sería tal que El podría designarse como el Dios Fuerte.  Isaías usa “EL” solamente con referencia a Dios; gibbor significa héroe. Así que la frase denota un héroe cuya principal característica es que es Dios. De modo que en este solo versículo se predicen tanto la humanidad como la Deidad de nuestro Señor.
 
El nombre Emanuel revela la misma verdad acerca del Señor (Isaías 7:14).  Esto indica más que la presencia de Dios con Su pueblo en Sus tratos providenciales. En este texto significa que la misma presencia del Niño nacido de una virgen trae a Dios a Su pueblo.
 
B. Predicción del nacimiento virginal (Isaías 7:14)
 
En esta profecía Isaías predijo que el medio de la encarnación sería un nacimiento virginal.
 
La Septuaginta la traduce por parthenos en dos de las siete veces que aparece, al igual que Mateo 1:23.  Así que la palabra significa una doncella núbil una de cuyas características era la virginidad, y necesariamente así en el cumplimiento de la profecía del nacimiento de Cristo.
 
III. EL MEDIO PARA LA ENCARNACION
 
A. La evidencia
 
 
El nacimiento virginal fue el medio para la encarnación. La encarnación, una vez cumplida, fue un estado permanente para el Señor. Comenzó en Su nacimiento y continúa (aunque ahora en un cuerpo de resurrección) para siempre.
 
Cuando Gabriel le anunció a María que ella iba a concebir al Mesías, ella cuestiono que necesitaría un esposo. La respuesta del ángel en esencia fue, no necesitarás un esposo, porque el Espíritu vendrá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con Su sombra (Lucas 1:26-38).
La afirmación enfatiza más el hecho de la generación divina del Niño, que el método.
 
Mateo se adhiere cuidadosamente al hecho del nacimiento virginal en la tabla genealógica de nuestro Señor (Mateo 1:16).  El asegura que José era el esposo de María, pero que fue solamente por María que Jesús nació.  El pronombre “de la cual” es femenino singular, lo que indica claramente que Jesús nació solamente de María, y no de María y José.
 
¿Cuál fue el propósito del nacimiento virginal?  Sirvió como señal de la singularidad de la Persona que nació.  No podemos decir desde cuándo ni cuán difundidamente se conocía este hecho entre los contemporáneos de Cristo.  Por supuesto, cuando Mateo y Lucas fueron escritos se conocía, y desde ese tiempo en adelante la iglesia primitiva lo reconocía como una doctrina crucial, y para principio del segundo siglo era una doctrina establecida.
 
B. Las genealogías
 
Tanto Mateo como Lucas trazan la genealogía del Hijo nacido de una virgen.  Mateo contiene cuarenta y un nombres escogidos, mientras que Lucas incluye setenta y siete.
 
Mateo traza la línea del Rey hasta llegar a Abraham; Lucas se remonta hasta Adán.  La lista de Mateo comúnmente se considera como la línea de José, y la de Lucas, la de María.
 
IV. LOS PROPOSITOS DE LA ENCARNACION
 
¿Por qué envió Dios a Su Hijo en la semejanza de carne de pecado?  Las Escrituras nos dan varias respuestas a esa pregunta.
 
A. Para revelarnos a Dios
 
Aunque Dios se revela a Sí mismo en varias maneras, que incluyen las magnificencias de la naturaleza que nos rodea, solamente la encarnación reveló la esencia de Dios, aunque velada (Juan 1:18; 14:7-11).  La única manera en que el hombre puede ver al Padre es conociendo acerca del Hijo, y la única manera de lograrlo hoy en día es estudiando el relato de Su vida en las Escrituras.  Por haberse El hecho hombre, la revelación de Dios se personalizó; porque El es Dios, esa revelación es completamente verdadera.
 
B. Para proveer un ejemplo para nuestras vidas
 
La vida terrenal de nuestro Señor se nos presenta como patrón para nuestras vidas hoy en día (1 Pedro 2:21; 1 Juan 2:6).  Sin la encarnación no tuviéramos ese ejemplo. Como hombre El experimentó las vicisitudes de la vida y nos provee un ejemplo práctico; como Dios, nos ofrece el poder para seguir Su ejemplo.
 
  
C. Para proveer un sacrificio efectivo por el pecado:
 
Sin la encarnación no tuviéramos un Salvador. El pecado requiere la muerte como su pago. Dios no muere. Así que el Salvador tiene que ser humano para poder morir. Pero la muerte de un hombre común no pagaría por el pecado eternamente.
 
De modo que el Salvador también tiene que ser Dios. Necesitamos un Salvador que sea Dios-Hombre y lo tenemos en nuestro Señor (Hebreos 10:1-10).
 
D. Para poder cumplir el pacto davídico
 
Gabriel le anunció a María que a su Hijo se le daría el trono de David (Lucas 1:31-33). Esto no se cumple porque el Dios invisible reine sobre los asuntos de los hombres (lo que ciertamente hace).  Para ocupar el trono de David se requiere un ser humano. Por lo tanto, el Mesías tenía que ser humano. Pero para ocupar el trono para siempre se requiere que el que lo ocupe nunca muera. Y solamente Dios cumple ese requisito.
 
Así que el que en definitiva cumpliría la promesa davídica tenía que ser Dios-Hombre.
 
E. Para destruir las obras del diablo (1 Juan 3:8)
 
Esto fue efectuado por la aparición de Cristo. El enfoque es sobre Su venida, no sobre la resurrección como se esperaría. ¿Por qué fue necesaria la encarnación para derrotar a Satanás? Porque Satanás tenía que ser derrotado en la arena que el domina, este mundo.  Así que Cristo fue enviado a este mundo para destruir las obras del diablo.
 
F. Para poder ser un Sumo Sacerdote compasivo (Hebreos 4:14-16)
 
Nuestro Sumo Sacerdote puede entender nuestras debilidades porque El fue probado como lo somos nosotros.  Pero Dios nunca es probado, así que fue necesario que Dios se hiciera hombre para ser probado a fin de que fuera un Sacerdote compasivo.
 
G. Para poder ser un Juez competente
 
Aunque la mayoría de las personas piensan de Dios como el Juez delante del cual todos comparecerán, la verdad es que Jesús será ese Juez (Juan 5:22, 27). Todo el juicio será llevado a cabo por nuestro Señor “por cuanto El es el Hijo del Hombre”. Este es el título que lo asocia con la tierra y con Su misión terrenal. ¿Por qué es necesario que el Juez sea humano y haber vivido en la tierra? Para poder refutar todas las excusas que los humanos pudieran presentar. ¿Por qué tiene el Juez que ser también Dios? Para que Su juicio sea verdadero y justo.
 
Así la encarnación tiene ramificaciones que se relacionan con nuestro conocimiento de Dios, nuestra salvación, nuestra vida diaria, nuestras necesidades urgentes, y nuestro futuro.
 
La encarnación, es verdaderamente el hecho central de la historia.
 
 
 
LA PERSONA DEL CRISTO ENCARNADO:
 
Se puede describir la persona del Cristo encarnado como completa Deidad y perfecta humanidad unidas sin mezcla, cambio, división, ni separación en una Persona para siempre.
 
Los componentes clave de la descripción incluyen “completa Deidad” (ninguna disminución de algún atributo de la Deidad), “perfecta humanidad” (“perfecta” en vez de “plena” para enfatizar Su impecabilidad), “una Persona” (no dos), y “para siempre” (porque retiene un cuerpo, aunque resucitado, Hechos 1:11; Apocalipsis 5:6).
 
I. LA COMPLETA DEIDAD DEL CRISTO ENCARNADO
 
A. El posee atributos que sólo Dios tiene
 
1. Eternidad. El afirmó que existía desde la eternidad pasada (Juan 8:58; 17:5).
2. Omnipresencia. Se atribuyó estar presente en todos los lugares (Mateo 18:20; 28:20).
3. Omnisciencia. Demostró conocimiento de cosas que solamente podía saber si fuese omnisciente (Mateo 16:21; Lucas 6:8; 11:17; Juan 4:29).
4. Omnipotencia. Demostró y se atribuyó el poder de una Persona omnipotente (Mateo 28:20; Marcos 5:11-15; Juan 11:38-44).
 
B. El hace obras que solamente Dios puede hacer
 
1. Perdón. El perdona los pecados eternamente. Los hombres pueden hacerlo temporalmente, pero Cristo da perdón eterno (Marcos 2:1-12).
2. Vida. El le da vida espiritual a cualquiera que El desee dársela (Juan 5:21).
3. Resurrección. El levantará los muertos (Juan 6:40, 11:43).
4. Juicio. El juzgará a toda persona (Juan 5:22, 27).
 
Estos ejemplos son de cosas que El hizo o dijo haber hecho, no que otros se las atribuyeron.
 
C. A El le dieron los nombres y títulos de la Deidad
 
1. Hijo de Dios. Nuestro Señor se aplicó esta designación a Sí mismo (aunque raras veces, Juan 10:36), y reconoció su veracidad cuando otros se la confirieron a El (Mateo 26:63, 64).
 
¿Qué significa? Aunque la frase “hijo de” puede indicar “la prole de” también lleva en sí el significado de “de la orden de”.
 
Así que en el Antiguo Testamento “hijos de los profetas” quería decir de la orden de los profetas (1 Reyes 20:35), igualmente, “hijos de los cantores” tenía el sentido de perteneciente a la orden de los cantores (Nehemías 12:28).
 
La designación “Hijo de Dios” cuando se le aplica a nuestro Señor significa de la orden de Dios, y es una referencia fuerte y clara a su Deidad total. “En el uso judío el término “Hijo de…” generalmente no implicaba alguna subordinación, sino más bien igualdad e identidad de naturaleza.
 
Hijo del Hombre, especialmente como se aplica a Cristo en Daniel 7:13 y constantemente en el Nuevo Testamento, esencialmente significa El Hombre Representativo.   Así que Cristo al decir: ‘Hijo de Dios soy’ (Juan 10:36), sus contemporáneos entendieron que se identificaba a Sí mismo con Dios, igual con El Padre, en un sentido ilimitado”
 
2. Señor y Dios. Jesús es llamado YHWH (tetragrámaton) o  Jehová en el Nuevo Testamento, una clara indicación de Su completa deidad (Lucas 1:76 con Malaquías 3:1 y Romanos 10:13 con Joel 2:32). A El también se le llama Dios (Juan 1:1; 20:28; Hebreos 1:8), Señor (Mateo 22:43-45), y Rey de reyes y Señor de señores (Apocalipsis 19:16).
 
D. El se atribuyo ser Dios
 
La ocasión más fuerte y clara de semejante atribución fue en la fiesta de Dedicación cuando El dijo: “Yo y el Padre uno somos” (Juan 10:30). La forma neutra de (uno) excluye el significado de que El y el Padre fueran una Persona. Significa que Ellos están en perfecta unidad en naturaleza y acciones, un hecho que solamente pudiera ser cierto si El fuese Dios tanto como el Padre. Los que oyeron esta atribución lo entendieron de esa manera, porque inmediatamente trataron de apedrearlo por blasfemia, porque se hizo igual a Dios (v. 33).
 
¿Cómo pudiera alguien decir que el mismo Jesús de Nazaret nunca se declaró Dios sino que fueron sus seguidores quienes lo hicieron por El? La mayoría de los pasajes citados son de las propias palabras de Cristo.
 
Por lo tanto, uno tiene que enfrentar las únicas opciones: o sus atribuciones eran ciertas o El era un mentiroso. Y lo que El se atribuyó fue la Deidad plena y completa, sin que le faltara ni se le quitara nada, durante Su vida terrenal.
 
 
II. LA PERFECTA HUMANIDAD DEL CRISTO ENCARNADO
 
Las negaciones de la humanidad de Cristo son menos comunes que las de Su Deidad. ¿Por qué? Porque mientras que uno no introduce el factor de la Deidad en la persona de Cristo, El es solamente un hombre, por muy fino o exaltado que sea, y como hombre no puede inquietar a las personas con Sus demandas como lo hace siendo el Dios-Hombre.
 
Sin embargo, aquellos que están dispuestos a afirmar su humanidad puede que no estén tan prestos a afirmar su humanidad perfecta. Quizás lo reconozcan como un hombre bueno (¿podría serlo si mintió?) o un gran hombre (¿cómo lo sería si engañó a otros?) pero no como hombre perfecto (porque entonces se sentirían más obligados a escucharle aun cuando no lo reconocieran como Dios).
 
A. Tuvo cuerpo humano
 
Aunque la concepción de Cristo fue sobrenatural, El nació con un cuerpo humano que creció y se desarrolló (Lucas 2:52). Y se llamó a sí mismo un hombre (Juan 8:40).
 
B. Tuvo alma y espíritu humanos
 
La humanidad perfecta de nuestro Señor incluyó una naturaleza inmaterial perfecta tanto como una material. No que la naturaleza humana le proveyó a Cristo el cuerpo mientras que la naturaleza divina consistía de alma y espíritu. La humanidad era completa e incluía tanto los aspectos materiales como los inmateriales (Mateo 26:38; Lucas 23:46).
 
C. Exhibió las características de un ser humano
 
Nuestro Señor tuvo hambre (Mateo 4:2). Tuvo sed (Juan 19:28). Se cansó (4:6). Experimentó el amor y la compasión (Mateo 9:36). El lloró (Juan 11:35). Fue probado (Hebreos 4:15). Estas son las características de la genuina humanidad.
 
D. Fue llamado por nombres humanos
 
Su designación favorita de Sí mismo era “Hijo del Hombre” (Más de ochenta veces). Este nombre lo vinculaba con la tierra y con su misión terrenal. Hacía hincapié en Su humildad y humanidad (Mateo 8:20); en Su sufrimiento y muerte (Lucas 19:10); y en el reino futuro como Rey (Mateo 24:27).
 
También era el Hijo de David, un título que lo vinculaba con su antecesor David y con las promesas reales que habían de ser cumplidas por el Mesías.   Pablo le llama hombre en 1 Timoteo 2:5.
 
 
III. LA UNION DE LA DEIDAD Y LA HUMANIDAD EN CRISTO ENCARNADO
 
Este concepto de la unión hipostática (unión de la divinidad con humanidad, de una de las personas de la trinidad), de la naturaleza divina y humana en una Persona es probablemente uno de los conceptos más difíciles de comprender en la teología.
 
Ninguno de nosotros ha visto alguna vez la Deidad a excepción de la revelación que tenemos de Dios en las Escrituras, y ninguno de nosotros jamás ha visto la humanidad perfecta a excepción de como las Escrituras nos revelan a Adán antes de la caída y a nuestro Señor Jesucristo.
 
El tratar de relacionar estos dos conceptos con la persona de Cristo añade complejidades a ideas que de por sí son difíciles de comprender.
 
A. El significado de “naturaleza”
 
Aunque las palabras hispanas “naturaleza” y “sustancia” pueden ser sinónimas, con el significado de esencia, tenemos que hacer distinción entre las dos palabras para los propósitos teológicos.
 
Si se concibe una naturaleza como entidad substantiva, entonces naturaleza y sustancia serían lo mismo, y el Cristo encarnado consistiría de dos sustancias y esencialmente sería dos personas, como enseñaba el nestorianismo.
 
Pero si “naturaleza” se considera como un “complejo de atributos” este error se evita más fácilmente. La Persona de Cristo encarnado retuvo el complejo total de atributos divinos y posee todo el complejo de atributos humanos esenciales en un ser humano perfecto.
 
 
 
B. El carácter de la unión
 
El Credo Calcedonio afirmó que las dos “naturalezas” estaban unidas sin mezcla, sin cambio, sin división, y sin separación. Esto significa que el complejo entero de los atributos de la Deidad y los de la humanidad perfecta siempre se mantuvieron en Jesucristo desde Su encarnación.
 
No hay mezcla de atributos divinos y humanos. (Como enseñaban los eutiquianos), ningún cambio en cualquiera de los dos complejos (como enseñaban los apolinarianos), ninguna división de ellos, ni ninguna separación como para tener dos personas (como enseñaba el nestorianismo). La ortodoxia afirma que las dos naturalezas constituyen una Persona o hipóstasis para siempre. Es correcto caracterizar a Cristo como una Persona teoantrópica, pero no es preciso hablar de naturalezas teantrópicas (puesto que esto mezclaría los atributos divinos con los humanos).
 
El calvinismo ha enseñado que la unión no abarca ninguna transferencia de atributos de una naturaleza a la otra. El luteranismo enseña la ubicuidad del cuerpo de Cristo, lo cual no implica un traslado del atributo de la omnipresencia a la humanidad de Cristo. En otras palabras, los ubiquitarios sostienen que Cristo está presente en Su naturaleza humana en todas partes y en todo tiempo. Lutero desarrolló esta doctrina en 1527-28 para respaldar su creencia en la Presencia Real en la Cena del Señor.
 
C. La comunión de atributos
 
Esto significa simplemente que los atributos de ambas naturalezas le pertenecen a la Persona única sin mezclar las naturalezas o dividir la Persona. Prácticamente, es la base para ver a Cristo como débil, y a la vez omnipotente, ignorante y sin embargo omnisciente, limitado, y todavía infinito.
 
Los atributos no pueden ser traspasados de una naturaleza a la otra. El hacer esto cambiaría la combinación del complejo de atributos, y por ende de la naturaleza. Si la infinitud se puede transferir a la humanidad, entonces la Deidad pierde la infinitud y ya no es Deidad completa. Sin embargo, los atributos de ambas naturalezas se tienen que expresar por la misma Persona.
 
Así que puede parecer que la Persona se “transfiere” de la una a la otra, expresando una naturaleza o la otra, aunque los atributos en sí tienen que permanecer como parte de la naturaleza a la cual propiamente pertenecen. Así que los teólogos han desarrollado un sistema para clasificar las acciones de la persona de Cristo con respecto a la procedencia de la acción.
 
Algunos ejemplos incluyen
 
(a) Acciones basadas en la Persona entera, como la redención (en la cual participan las dos naturalezas);
(b) Acciones basadas en la naturaleza divina (aunque la Persona entera es el sujeto), como la preexistencia (solamente atribuible a la naturaleza divina); y
(c)   Acciones basadas en la naturaleza humana, como el tener sed.
 
Por mucho que tal clasificación pueda ayudar, parece más importante recordar que la Persona hace todo lo que hace, manifestando el atributo que corresponda a la naturaleza que revela. La Persona tuvo sed; la Persona conocía todas las cosas; la Persona no conoce ni el día ni la hora; y (probablemente la más difícil) la Persona murió. Por supuesto la Deidad no muere ni tiene sed, pero la Persona, Jesucristo, el Dios-Hombre hizo ambas cosas.
 
 
D. La conciencia que tenía Cristo de Sí mismo
 
Otra cuestión es si Cristo en Su propia autoconciencia estuvo consciente de Su Deidad y humanidad en todo tiempo. La respuesta es que la Persona siempre estaba consciente en Sí misma con respecto a Su Deidad y que la Persona creció en autoconciencia con respecto a Su humanidad.
 
E. La(s) voluntad(es) de Cristo
 
¿Tuvo Cristo una o dos voluntades? En Calcedonia se dijo de un Cristo en dos naturalezas unidas en una Persona, lo que implica dos voluntades. En el séptimo siglo los monotelitas insistieron en que Cristo tuvo solamente una voluntad, pero este punto de vista fue declarado herejía por el Concilio en Constantinopla en 680.
 
Si voluntad se define como “un complejo de comportamiento” entonces se pudiera decir que nuestro Señor tenía un patrón divino de comportamiento y también uno humano perfecto; y así dos voluntades.  
 
Sin embargo, parece que cada decisión individual se originó o de la “voluntad” de Su divina naturaleza o de la “voluntad” de Su naturaleza humana o de una combinación de ambas, para que entonces sea correcto pensar en dos “voluntades”.
 
IV. LA HISTORIA PRIMITIVA DE ESTA DOCTRINA
 
A. Docetismo
 
A finales del primer siglo, el Docetismo (apariencia) y los Gnósticos enseñaron que Cristo sólo aparentaba ser un hombre (doceiko, apariencia). El apóstol Juan se refiere a esta falsa enseñanza en 1 Juan 4:1-3. Esta herejía socava no sólo la realidad de la encarnación sino también la validez de la expiación y la resurrección corporal.
 
B. Ebionismo
 
En el segundo siglo esta herejía negaba la deidad de Cristo, considerando que Jesús era el hijo natural de José y María pero elegido para ser el Hijo de Dios en Su bautismo al unirse con el Cristo eterno.
 
C. Arrianismo
 
Una herejía que negó la eternidad de Jesús como el Logos. Arrio razonó que puesto que Jesús era el Unigénito, tenía que haber tenido un principio. Los arrianos creían que la naturaleza divina de Cristo era similar a la de Dios, homoiousian, pero no igual, homoousian. El Concilio de Nicea condenó esta enseñanza en 325 A.D., afirmando que Jesús tenía la misma naturaleza que Dios.
 
D. Apolinarismo
 
Apolinar, el menor (murió cerca de 390), buscaba evitar la separación innecesaria de las naturalezas de Cristo. El enseñó que Cristo tenía un cuerpo humano y un alma humana, pero que tenía el Logos divino en vez de un espíritu humano (esto es una perspectiva tricótoma del hombre).  Este Logos dominó el cuerpo y el alma pasivos humanos. Este error afectaba la humanidad de Cristo.
 
E. Nestorianismo
 
El nestorianismo dividía a Cristo en dos personas (aunque se debate si Nestorio mismo enseñó o no esto claramente). El explicó que Jesucristo era el prosopon (la forma o apariencia) de la unión de las dos naturalezas. La humanidad tenía la forma de Dios dada a ella, y la Deidad tomó en Sí misma la forma de siervo, siendo el resultado la apariencia de Jesús de Nazaret. Así que en este punto de vista las dos naturalezas estaban separadas, lo que resultaba en dos Personas. La enseñanza fue condenada por el Concilio de Efeso en 431.
 
F. Eutiquianismo
 
Eutiques (378-454) reaccionó contra el nestorianismo y enseñó que solamente había una naturaleza en Cristo. Este error también se conoce como el monofisismo. La naturaleza divina no era totalmente divina, ni tampoco era la naturaleza humana completamente humana, y el resultado era una sola naturaleza mezclada. Esto fue condenado en el Concilio de Calcedonia en 451.
 
Un error similar se desarrolló después de Calcedonia el cual enseñaba que Cristo tenía solamente una voluntad, aunque concedía verbalmente que tenía dos naturalezas. Esto se llama el monotelismo. Fue condenado en el tercer Concilio de Constantinopla en 680.
 
Un estudio de los errores nos debe de ayudar a clarificar la verdad y hacernos más cuidadosos de cómo la expresamos. La semántica es muy importante en las declaraciones de la teología.

CRISTO: PROFETA, REY Y SACERDOTE:
 
 
Lectura Bíblica: II Pedro 3:14-18
 
La obra de Cristo se considera también, con arreglo a la división tripartita de los oficios de El como Profeta, Sacerdote, y Rey.
 
Se puede hacer esta relación con respecto  al Mesías, el Ungido, con el hecho de que los profetas (1 Reyes 19:16; Isaías 61:1), los sacerdotes (Éxodo 30:30; 40:13) y los reyes (1 Samuel 10:1; 15:1; 1 Reyes 19:15-16) fueron instalados por ungimiento.
 
 
I. CRISTO COMO PROFETA
 
A. La designación de Cristo como Profeta
 
Moisés predijo que un profeta como él mismo sería levantado por Dios (Deuteronomio 18:15). Aparte de los otros cumplimientos que esto pudiera haber tenido en la sucesión de los profetas del Antiguo Testamento, su cumplimiento final fue en Jesucristo, a quien se le identifica como ese Profeta (Hechos 3:22-24).
 
Las personas comunes en los días de Cristo lo reconocieron a El como un Profeta, con tanto entusiasmo que los principales sacerdotes y los fariseos temían represalias si tomaban alguna fuerte acción contra el Señor (Mateo 21:11, 46; Juan 7:40-53).  Además, le llamaban Rabí (1:38; 3:2), no porque había sido entrenado formalmente, sino porque reconocieron la calidad de Su enseñanza.
 
Nuestro Señor también declaró ser un Profeta (Mateo 13:57; Marcos 6:4; Lucas 4:24; 13:33; Juan 4:44) que vino a hacer lo que hicieron los profetas, comunicarle el mensaje de Dios al hombre (8:26; 12:49-50; 15:15; 17:8).
 
B. El estilo de Cristo como Profeta
 
Una de las principales actividades de nuestro Señor mientras estuvo en la tierra era proclamar el mensaje de Dios por medio de la predicación (Mateo 4:17) y la enseñanza (7:29).
 
El estilo de Su predicación y enseñanza incluía estas características interesantes:
 
1. Era algo ocasional. Esto no significa que enseñaba con poca frecuencia, sino más bien que lo hacía cuando surgía la oportunidad.  Siempre estuvo abierto a las oportunidades y a la variedad de situaciones que se presentaban.  Usaba los servicios en la sinagoga cuando era posible (Marcos 1:21).  Predicaba al aire libre si una situación de puertas adentro no estaba disponible (4:1).  El se asía de cada oportunidad.
 
2. No era sistemático. Esto se debe a que El tomaba las oportunidades a medida que surgían, en vez de esperar que su enseñanza fuera planeada.  Piense, por ejemplo, de dónde usted va encontrar la enseñanza del Señor sobre el pecado; y la respuesta está en varios pasajes de varias clases “algunos didácticos, otros parabólicos”. El intérprete de la Escritura tiene que sistematizar las enseñanzas de Cristo.
 
3. Era abundantemente ilustrado.  Y las ilustraciones mismas eran variadas y escogidas apropiadamente para la audiencia (notamos una ilustración para mujeres y otra para hombres en Mateo 24:40-41 y Lucas 15:4, .
 
4. Empleaba las preguntas.  Esto lo hacía especialmente en situaciones de controversia (Mateo 22).
 
5. Era autoritativo.  Esta era la característica sobresaliente del ministerio de Cristo como Profeta.  Su autoridad se definía en contraste con la enseñanza de los escribas y fariseos (Marcos 1:22) porque tocaba las profundidades de la verdad.
 
C. El material de Cristo como Profeta
 
Aunque mucho de Su material profético está esparcido a través de los Evangelios, hay tres pasajes mayores preservados para nosotros: el Sermón del Monte (Mateo 5-7), el mensaje sobre el Monte de los Olivos (Mateo 24-25), y el mensaje a los discípulos en el aposento alto (Juan 13-16).
 
Las enseñanzas de Cristo, son la parte más difícil de interpretar precisamente en la Biblia entera. ¿Por qué es esto? Porque nuestro Señor vivió bajo la ley mosaica y la cumplió perfectamente; pero El también se presentó a Israel como su Rey; y cuando fue rechazado como Rey, introdujo una parte nueva del programa de Dios, la iglesia, y dio alguna enseñanza tocante a ella.
 
En otras palabras, El vivió y enseñó con relación a tres aspectos diferentes del programa de Dios para este mundo: la ley, la iglesia, y el reino. El mantener esos aspectos de enseñanza distinguibles y sin confusión no es siempre fácil.
 
 
1. El Sermón del Monte. Algunos consideran este discurso como una exposición del camino de la salvación. El problema con semejante interpretación es simplemente que las grandes palabras de la salvación como la redención o la justificación nunca ocurren en todos estos capítulos. También, si ésta es la interpretación correcta entonces la salvación es ciertamente por medio de las buenas obras.
 
Otros consideran el sermón como un bosquejo para la vida cristiana hoy en día. Para usarlo de esta manera habría que desliteralizar mucho de lo que se enseña para poder obedecerlo en este mundo injusto. Además, si esto se aplica a la iglesia, entonces ¿por qué no mencionó nuestro Señor al Espíritu Santo, tan importante para la vida cristiana, o aun a la misma iglesia?
 
Aun otros entienden que su propósito principal tenía que ver con el mensaje del reino de Cristo. Juan, el precursor, había anunciado el reino (Mateo 3:2); Cristo mismo comenzó a predicar ese mensaje (Mateo 4:17); ahora El explicaba lo que abarcaba el arrepentimiento genuino.  El reino que ellos predicaron y el que el pueblo esperaba era ese reino mesiánico, davídico, milenial prometido en el Antiguo Testamento.
 
Predicado con relación al reino, este discurso parece enfatizar primordialmente la preparación para el reino. Algunos de los requisitos, para practicarlos íntegramente, necesitarían el establecimiento del reino con su gobierno justo (5:38-42), aunque el principio general se puede seguir en todo tiempo.
 
Así que el sermón es un llamado al arrepentimiento para aquellos que habían desasociado el cambio interior, de los requisitos para establecer el reino. Por lo tanto, es aplicable a cualquier tiempo en que el reino sea inminente lo que incluye el tiempo en que Cristo lo predicó, y el de la futura Tribulación.
 
También describe las condiciones que imperarán cuando el reino esté establecido. Pero, no debemos de pasar por alto que toda la Escritura, es provechoso para los discípulos en cualquier edad, puesto que es uno de los códigos éticos más detallados en la Biblia.
 
 
2. El mensaje del monte de los Olivos. Por el tiempo en que este mensaje se dio, al final de la vida terrenal de Cristo, era evidente que los líderes judíos habían rechazado el reino, y Cristo mismo había indicado que la iglesia sería lo próximo en el programa de Dios (Mateo 16:18).
 
¿Significaba esto que el reino fue quitado para siempre del programa de Dios? En ninguna manera.  Y este mensaje detalla algunos eventos futuros conducentes al regreso de Cristo para establecer ese reino mesiánico, davídico, y milenial. Mateo 24:4-14 enumera detalles que ocurrirán durante la primera parte del período de la Gran Tribulación.
 
Los versículos 15-28 hacen lo mismo respecto de la segunda mitad de ese período.
 
Cristo regresará a la tierra y tomará el trono de Su reino (v. 30; 25:31, 34). El hecho de que esto no ocurrió durante la vida de los discípulos, en ninguna forma abroga la seguridad de que un día Cristo regirá en Su reino (Hechos 1:6).
 
3. El mensaje en el aposento alto. La noche antes de Su crucifixión el Señor reveló brevemente varias cosas acerca de la nueva edad de la Iglesia que pronto sería inaugurada. El repitió estas cosas en forma comprimida porque los discípulos todavía no podían entender lo que realmente estaba ocurriendo (Juan 16:12).
 
¿Cuáles fueron algunas de esas nuevas revelaciones?
 
1)    Dio un nuevo mandamiento: amarnos el uno al otro de la misma manera que El nos ama (13:34,35).
2)    Prometió otro Paracleto, el cual ministraría en varias nuevas maneras: aconsejando, exhortando, consolando, intercediendo, redarguyendo, enseñando, etcétera (Juan 16.7-14).
3)    Estableció una nueva base para la oración: en Su nombre (16:24, 26).
 
Estas revelaciones muestran diferencias tremendas entre la economía entonces vigente y la nueva dispensación venidera de la iglesia.
 
 
D. La autenticación de Cristo como Profeta
 
La ley ordenaba que los falsos profetas fuesen apedreados (Deuteronomio 13:5, 10). Por supuesto, si un profeta vivía hasta el tiempo en que se veía si su profecía se cumplía o no, entonces uno podía reconocer fácilmente si era un profeta falso o genuino. Si no vivía hasta ese tiempo, entonces era más difícil. El ministerio profético de nuestro Señor fue autenticado en dos maneras: Por poderse ver el cumplimiento de algunas de Sus profecías, y por los milagros que le verificaron a las personas en Su tiempo que El era un Profeta.
 
La prueba conclusiva es Su detallada predicción de Su muerte. El profetizó que alguien cercano a El le traicionaría (Mateo 26:21), que Su muerte sería instigada por los líderes judíos (16:21), que moriría por crucifixión, y que tres días después resucitaría (20:19).           
El que pudiera dar estos detalles acerca de Su muerte y que estos detalles se cumplieran lo autentica como un Profeta verdadero.
 
Además, algunos de los milagros de Cristo estaban directamente vinculados al testimonio de que El era un Profeta genuino (Lucas 7:16; Juan 4:19; 9:17).
 
Verdaderamente, en estos postreros días Dios nos ha hablado por el Hijo (Hebreos 1:1–2).
 
 
 
II. CRISTO COMO SACERDOTE
 
El profeta hablaba a los hombres; el sacerdote hablaba de los hombres a Dios.  El hecho de pertenecer a la tribu de Judá descalificaba a Cristo para ser un sacerdote aarónico; por lo tanto, Dios nos mostró otro orden de sacerdotes antes de Su venida, el orden de Melquisedec; y Cristo es el Sumo Sacerdote de ese orden con respecto a Su persona y Su obra.
 
Sin embargo, hay similitudes entre los sacerdotes aarónicos y Cristo como Sacerdote tanto en Su personas como en Su obra.
 
A. Como Sacerdote aarónico
 
Un sacerdote aarónico tenía que ser un hombre escogido por Dios y calificado para Su obra (Levítico 21; Hebreos 5:1-7). Nuestro Señor, escogido, encarnado, y probado, llenaba los requisitos en Su persona para ser un Sacerdote ministrador.
 
 
B. Como Sacerdote del orden de Melquisedec
 
1)    Era un sacerdocio real. Melquisedec es rey y sacerdote. La unión de estas dos funciones no se conocía entre los sacerdotes aarónicos, aunque fue profetizada de Cristo en Zacarías 6:13.
2)    No se relaciona con ascendencia. “Sin padre, sin madre”. Los sacerdotes aarónicos dependían de su ascendencia para poder ejercer.
3)    No se especifica su tiempo, sin constancia de su principio o su fin.
4)    Es superior al orden aarónico. Abraham, del cual vino el orden aarónico, reconoció la superioridad de Melquisedec cuando le dio los diezmos de todo lo que ganaron en la guerra (Génesis 14:20).  Leví, aunque no había nacido, y todos los sacerdotes que descendieron de él estuvieron implicados en este acto que demostró la superioridad de Melquisedec.
 
¿En qué manera funciona Cristo como Sumo Sacerdote del orden de Melquisedec? Como Melquisedec, El es gobernante. Recibe nuestra reverencia. Nos bendice. Y como Melquisedec le ofreció pan y vino a Abraham para confortarlo y sostenerlo después de la batalla, así nuestro Señor como Sacerdote refresca y sostiene a Su pueblo. El hizo esto, por ejemplo, con Esteban a la hora de su martirio. Nuestro Señor se manifestó a Esteban para sostenerle (Hechos 7:55).
 
El hace lo mismo hoy en día con respecto a las iglesias locales mientras se pasea entre los candeleros de oro (Apocalipsis 2:1). Su obra de redención ya está terminada, así que El se ve sentado, lo que indica que nunca tendrá que levantarse de nuevo para volver a efectuarla o para agregarle algo (Hebreos 1:3).  Pero Su ministerio de ayudar y sostener continúa, así que El se ve de pie para hacer esto.  Tenemos un gran Sumo Sacerdote de pie y listo para venir en ayuda de los que están siendo probados (2:18) y deseoso de dar gracia para ayudar en tiempo de necesidad (4:16).
 
 
III. CRISTO COMO REY
 
El concepto de Rey incluye una amplia esfera de prerrogativas. Un rey en Israel tenía poderes legislativos, ejecutivos, judiciales, económicos, y militares. El concepto de Cristo como Rey puede contemplarse alrededor de cinco palabras: prometido, predicho, propuesto, rechazado, y realizado.
 
El pacto misericordioso de Dios con David prometía que el derecho de reinar siempre permanecería en la dinastía de David. No prometía el reinar sin interrupción, porque, de hecho, el cautiverio babilónico lo interrumpió (2 Samuel 7:12-16).  Isaías profetizó que un Niño que iba a nacer establecería y reinaría sobre el trono de David (Isaías 9:7).
 
Gabriel le anunció a María que su Bebé iba a tener el trono de David y reinaría sobre la casa de Jacob (Lucas 1:32–33). A través de Su ministerio terrenal el reinado davídico de Jesús fue propuesto a Israel (Mateo 2:2; Juan 12:13), pero El fue rechazado.
 
Los gadarenos desecharon Sus asunciones (Mateo 8:34). Los escribas rechazaron Su atribución de poder perdonar los pecados (9:3). Muchas personas en varias ciudades rechazaron Sus credenciales (11:20-30; 13:53-58).  Los fariseos lo rechazaron (12; 15:1-20; 22:15-23).  Herodes, Poncio Pilato, gentiles y judíos, todos lo rechazaron decididamente en la crucifixión (Juan 1:11; Hechos 4:27).
 
Por haber sido el Rey rechazado, el reino mesiánico, davídico (desde un punto de vista humano) fue aplazado. Aunque El nunca cesa de ser Rey y, por supuesto, es Rey hoy como siempre, Cristo nunca se designa como Rey de la iglesia (Hechos 17:7 y 1 Timoteo 1:17 no son excepciones, y en Apocalipsis 15:3, “Rey de los santos” en la versión Reina-Valera, es “Rey de las naciones” en los textos críticos y de la mayoría).
 
Aunque Cristo es Rey hoy en día, El no gobierna como Rey. Esto espera a Su segunda venida.  Entonces se realizará el reino davídico (Mateo 25:31; Apocalipsis 19:15; 20).  Entonces el Sacerdote se sentará en Su trono, trayendo a esta tierra la tan esperada Edad de Oro (Salmo 110).

EL AUTODESPOJO DE CRISTO
 
Lectura Bíblica: Filipenses 2:5-8
 
I. EL ORIGEN DEL CONCEPTO
 
La cuestión del autodespejo de Cristo o la kenosis (del verbo que se halla en Filipenses 2:7) se ha discutido a través de la historia de la iglesia.  El Sínodo de Antioquía en 341 afirmó que Cristo se despojó a Sí mismo del “ser igual a Dios”, mientras que defendió claramente la deidad total de Cristo.  Durante la Reforma la discusión se centró en la posibilidad de que Cristo se despojara a Sí mismo de los atributos de la omnipotencia, omnisciencia, y la omnipresencia sin que Su deidad esencial fuese afectada.
 
En el siglo diecisiete algunos vigorosamente afirmaron que Cristo era menos que divino. Pero el siglo diecinueve trajo una forma casi nueva de cristología con el aparecimiento y el esparcimiento de muchas ideas falsas de la kenosis.  Esto se debía al hecho de que ese siglo vio surgir muchas teorías científicas nuevas como la evolución y la crítica radical.  También trajo un énfasis en el redescubrimiento de la “genuina” humanidad de Jesús y con esto la magnitud de Su autonegación y autodespojo.
 
Por supuesto, hay una declaración genuina de la kenosis, ya que se enseña en Filipenses 2:7, y es una declaración que no contradice otras verdades que las Escrituras revelan acerca del Señor.  En realidad la Biblia no elabora una doctrina de la kenosis, aunque revela los elementos básicos que se pueden usar para formar una declaración verídica.  Reunir todo esto y evitar la herejía es la tarea de este capítulo.
 
 
II. EL GENUINO SIGNIFICADO DEL CONCEPTO
 
A. El pasaje central
 
Filipenses 2:5-11, el pasaje central acerca de la kenosis, comienza con una exhortación a la humildad en el pensar, y a imitar el ejemplo de Cristo, quien dejó la gloria para sufrir la cruz.  Entonces continúa con una afirmación concisa tocante a Cristo antes y después de su encarnación.
 
1. La existencia eterna de Cristo (v. 6).  Esto se afirma claramente por la forma hyparchon la cual en este participio presente (especialmente contrastado con los aoristas que le siguen) afirma la continuidad indefinida del ser de Cristo.  Hay en la elección de esta palabra (en contraste con eimi) una sugerencia de que ya es (como en Hechos 7:55), subrayando así la eternidad de Su existencia.
 
Esa existencia indefinida estaba en la morfe de Dios, la forma esencial que incluye la completa naturaleza y esencia de la Deidad.  Si “forma de Dios” implica algo menos que totalmente Dios, entonces “forma de siervo” en Filipenses 2:7 tuviera que significar que en la tierra Cristo era algo menos que un siervo.  Pero la realidad completa de que El fuera un Siervo es lo esencial del pasaje.  Igualmente, la completa realidad de Su deidad es lo esencial de “forma de Dios” en el versículo 6.
 
J.B. Lightfoot, después de un estudio detallado de morfe en la filosofía griega, en Filón, y en el Nuevo Testamento, concluye que connota aquello que es intrínseco y esencial en algo. Así aquí significa que nuestro Señor antes de Su encarnación poseyó la Deidad esencial.
 
Pablo entonces corrobora la deidad de Cristo por afirmar que la coigualdad con Dios no era algo de que tenía que asirse, simplemente porque El siempre la tuvo. El no la codiciaba; no tenía necesidad de hacerlo, porque era Suya eternamente.  Ni tampoco se aprovechó de ella; más bien, se despojó voluntariamente de la misma.
 
2. El autodespojo (vs. 7-8). Note que, aparte de lo que el autodespojo abarcara, fue algo autoimpuesto.  Nadie obligó a Cristo a venir a este mundo y finalmente morir en una cruz como la propiciación por nuestros pecados.  Otros usos del verbo que se traduce despojar se encuentran en Romanos 4:14 (anular); 1 Corintios 1:17 (hacer vana); 9:15; 2 Corintios 9:3; pero en realidad no contribuyen a la comprensión de este pasaje.
 
¿En que consistió? En todo lo que implicaba Su muerte en la cruz. Esto incluyó tomar la forma (morfe) de siervo.  Pero aun en esta forma El no dejaba en lo más mínimo de estar a la vez en la forma de Dios, aunque Su gloria estaba velada para la mayoría (pero véase Juan 1:14).  Para tomar la forma de un siervo El tenía que ser humano, algo que las dos próximas frases en Filipenses 2:7-8 describen.  El fue hecho “semejante a los hombres”. “Semejanza” indica dos cosas: primero que El en realidad era como los hombres, y segundo que era diferente de los hombres. Su humanidad lo sometió a pruebas y limitaciones; pero la palabra “semejanza” impide que se llegue a la conclusión de que El era idéntico a los hombres.
 
El era diferente porque era impecable (véase Romanos 8:3).  Además, El fue hallado en la condición (schema) de hombre.  Esta palabra se refiere a aquello que es externo; i.e. en acciones, vestir, modales, y en todas las apariencias El era un hombre.  Así se humilló a Sí mismo y se hizo obediente hasta la muerte en la cruz, lo máximo de la vergüenza.
 
El movimiento de este pasaje comienza con la gloria de Cristo antes de encarnar y procede a Su muerte vergonzosa en la cruz.  Obviamente, para poder morir, El tenía que hacerse hombre.  Para lograr esto, se tuvo que despojar de Su posición de antes de encarnar, pero aun así sin disminuir la Persona.  No había manera en que El pudiera hacerse hombre y quedarse en la posición que tenía en Su estado previo a la encarnación. Pero El podía hacerse hombre, y lo hizo, conservando la totalidad de los atributos que tuvo Su persona antes de encarnar, es decir, la deidad total.
 
Este autodespojo permitió la adición de la humanidad y no implicó la substracción de Su deidad en ninguna manera, ni el uso de los atributos de la Deidad.  Hubo un cambio de forma pero no del contenido del Ser Divino.  El no renunció a la deidad ni al uso de esos atributos; El agregó la humanidad.  Y esto para poder morir.  Isaías lo dijo en esta forma: “derramó Su vida hasta la muerte” (53:12).
 
Parece que aun los evangélicos embotan la esencia del pasaje por desviarse de su énfasis principal como se ha sugerido arriba y enfocarse en tratar de delinear qué limitaciones experimentó Cristo en Su estado terrenal.  Es cierto, el Dios-Hombre experimentó limitaciones; pero es igualmente cierto que el Dios-Hombre evidenció las prerrogativas de la Deidad.  Por lo tanto, los conservadores sugieren que la kenosis significa la velación de la gloria que tuvo Cristo antes de encarnar, lo cual solamente es cierto en un sentido relativo (Mateo 17:1-8; Juan 1:14; 17:5).
 
O sugieren que significa prescindir voluntariamente del uso de algunos de Sus atributos de la Deidad.  Esto fue cierto en algunas ocasiones, pero no siempre, a través de Su vida (Juan 1:48; 2:24; 16:30). Tampoco hizo El siempre Sus milagros en el poder del Espíritu, sino que algunas veces usó Su propio poder (Lucas 22:51; Juan 18:6).  Así que si nuestro entendimiento de la kenosis viene de Filipenses 2, debemos de obtener nuestra definición del concepto allí.  Y ese pasaje no discute la cuestión de cómo o cuánto de la gloria de Cristo estuvo velada.   Ni tampoco dice nada del uso o la restricción de los atributos divinos.  Sí dice que el despojarse abarcó el hacerse hombre para poder morir.  De modo que la Kenosis significa dejar Su posición de antes de la encarnación y tomar la condición humana de siervo.
 
B. Una definición
 
En la kenosis Cristo se despojó a Sí mismo de retener y aprovecharse de Su condición de Dios y tomó la naturaleza humana para poder morir.
 
III. LOS SIGNIFICADOS FALSOS DEL CONCEPTO
 
A. Cristo entregó algunos o todos Sus atributos
 
Este concepto erróneo afirma que kenosis significa que nuestro Señor realmente entregó Sus atributos de la Deidad o por lo menos los atributos relativos a la omnipresencia, la omnipotencia, y la omnisciencia.  Bíblicamente esto es falso, y teológicamente, imposible.
 
Si El entregó cualquier atributo, cesó de ser Dios durante Su vida terrenal.  Entonces de ninguna manera podría haber dicho lo que dijo en Juan 10:30, que El y el Padre eran uno en esencia.  Cristo no se despojó a Sí mismo de ningún aspecto de Su deidad.
 
B. Cristo apareció como hombre por disfrazar Su deidad
 
Esto es una herejía menos manifiesta, pero esencialmente también niega la deidad completa de Cristo, porque el disfraz abarcó un cambio en el modo de la existencia de Cristo.  Niega que Cristo era Dios a la vez que era hombre.  Y si esto es cierto, entonces ¿cómo podría El decir que cualquiera que lo veía a El veía al Padre? (Juan 14:9).
 
Toda esta discusión se clarifica si recordamos que la relación y la actividad de las dos naturalezas en nuestro Señor implican la doctrina de la unión hipostática.  La doctrina de la kenosis se enfoca más en el hecho de Su encarnación como necesaria para Su muerte.
 
 
LA VIDA SIN PECADO DE CRISTO:
 
 
I. EL SIGNIFICADO DE LA VIDA SIN PECADO DE CRISTO
 
La vida sin pecado en nuestro Señor significa que El nunca hizo algo que desagradara a Dios o que violara la ley mosaica bajo la cual El vivió en la tierra, ni en alguna manera dejó de demostrar en Su vida en algún tiempo la gloria de Dios (Juan 8:29).
 
Esto no lo eximió de experimentar las limitaciones ajenas al pecado que acompañan a la naturaleza humana; se cansó (Juan 4:6); tuvo hambre (Mateo 4:2; 21:18); tuvo sed (Juan 19:28); durmió (Mateo 8:24). Pero en cada etapa de Su vida, la infancia, la adolescencia, y la mayoría de edad, El fue santo y sin pecado.
 
 
II. EL TESTIMONIO A LA VIDA SIN PECADO DE CRISTO

A. La evidencia
 
Las Escrituras definitivamente afirman la vida sin pecado de Cristo. Nuestro Señor fue anunciado como un niño santo (Lucas 1:35). El retó a Sus enemigos a demostrar que El era pecador, algo que no pudieron hacer (Juan 8:46).  Ellos fracasaron en sus intentos de atraparlo en algo que El dijera (Mateo 22:15).  El alegó siempre hacer las cosas que agradaban al Padre (Juan 8:29).  Dijo haber guardado los mandamientos del Padre (Juan 15:10).
 
Durante los juicios y la crucifixión El fue reconocido como inocente once veces (por Judas, Mateo 27:4; por Pilato seis veces, Mateo 27:24; Lucas 23:14-22; Juan 18:38; 19:4-6; por Herodes Antipas, Lucas 23:15; por la esposa de Pilato, Mateo 27:19; por el ladrón arrepentido, Lucas 23:41; y por el centurión romano, Mateo 27:54).  Además no hay constancia alguna de que nuestro Señor haya hecho ni aun un sacrificio, aunque El frecuentaba el templo. Este silencio declara el hecho de que El no tenía que hacerlo puesto que era sin pecado.
 
Pablo dice de nuestro Señor que El “no conoció pecado” (2 Corintios 5:21).  Pedro también afirmó que Cristo no cometió pecado alguno y que no se halló engaño en Su boca (1 Pedro 2:22).  El fue un cordero sin mancha y sin contaminación (1:19).  Juan afirmó la misma verdad cuando dijo que en Cristo no había pecado (1 Juan 3:5).
 
El escritor de los Hebreos atestiguó la vida sin pecado de nuestro Señor por medio de varias frases: El fue sin pecado (4:15); El fue santo, inocente, sin mancha, apartado de los pecadores (7:26), no tenía necesidad de ofrecer sacrificios por Sí mismo (v. 27).  Así el propio testimonio de Cristo y el de los escritores del Nuevo Testamento son uniformes: El era sin pecado.
 
B. El debate
 
Aunque los conservadores están de acuerdo en que Cristo era sin pecado, no concuerdan tocante a la cuestión de que si Cristo pudiera haber pecado o no.  Se afirma que El no pecó; se cuestiona si lo pudiera haber hecho.
 
El concepto de que El no pudiera haber pecado se llama impecabilidad.  El concepto de que El pudo haber pecado, ya sea que lo hiciera o no, es la pecabilidad.  Los liberales, por supuesto, piensan no sólo que El pudiera haber pecado, sino también que sí pecó.  Eso es pecabilidad combinada con pecaminosidad.  El concepto de la pecabilidad no tiene necesariamente que incluir la pecaminosidad, y los conservadores no la incluyen.
 
 
III. LA PRUEBA DE LA VIDA SIN PECADO DE CRISTO
 
A. La relación de la prueba con la pecabilidad/impecabilidad
 
El debate en cuanto a si Cristo fue pecable o impecable está estrechamente vinculado con la tentación de Cristo. Aquellos que respaldan la pecabilidad razonan que si El no pudiera haber pecado entonces Sus tentaciones no fueron reales y El no puede servir como un Sumo Sacerdote genuinamente compasivo.
 
En otras palabras la pecabilidad requiere una susceptibilidad constitucional al pecado. Aquellos que respaldan la impecabilidad señalan que ésta se relaciona con la unión de las naturalezas divina y humana en la singular Persona de modo que aunque la naturaleza humana era pecable, la Persona era impecable.  No pudiera ser de otra manera tratándose de una Persona que tiene todo el poder y una voluntad divina.
 
Hodge representa el punto de vista de la pecabilidad. “La tentación implica la posibilidad de pecado”. Si dada la constitución de Su persona era imposible que Cristo pecara, entonces Su tentación fue irreal y sin efecto, y El no puede compadecerse de Su pueblo”
 
Por otro lado, Shedd escribió: “Se objeta que la doctrina de la impecabilidad de Cristo es inconsecuente con Su “tentabilidad”. Se dice que una persona que no puede pecar no puede ser tentada al pecado. Esto no es correcto; como no lo sería decir que por que un ejército no puede ser derrotado, no puede ser atacado.
 
La tentabilidad depende de la susceptibilidad constitucional, mientras que la impecabilidad depende de la voluntad.  Aquellas tentaciones fueron muy fuertes, pero la autodeterminación de Su santa voluntad fue más fuerte que éstas, entonces no podían inducirle a pecar, y El sería impecable. Y, sin embargo, sería plenamente tentable”.
 
 
B. La naturaleza de las pruebas de Cristo
 
No es necesario decir que Sus pruebas fueron reales. Ellas ocurrieron, y obviamente fueron reales. En realidad, las pruebas particulares que Cristo experimentó eran aptas para un Dios-Hombre.  Ningún hombre común pudiera jamás ser tentado a tratar de convertir piedras en pan, pero el Dios-Hombre lo pudiera haber hecho.
 
Ningún hombre sería seriamente tentado a demostrar que era el Mesías por lanzarse de un lugar alto con la esperanza de resultar ileso.  Ningún hombre hubiera tomado en serio la oferta de Satanás de darle todos los reinos de este mundo, quizás el rincón de algún reino, pero no todos—. Así que estas pruebas se diseñaron para probar al Dios-Hombre en una manera que ningún otro jamás ha sido tentado.
 
Aunque las pruebas particulares estaban fuera de la experiencia común de los seres humanos, las áreas representadas eran comunes a todas las personas. Todos los deseos pecaminosos se pueden clasificar como deseos de la carne, deseo de los ojos, o vanagloria tocante a las posesiones (o una combinación de ellas, 1 Juan 2:16).  Las pruebas que Satanás le puso al Señor caen en esas tres categorías (Mateo 4:1-11).
 
Cuando el escritor de Hebreos afirma que nuestro Señor fue probado en todo, no quiere decir que El experimentó cada prueba que las personas experimentan (Hebreos 4:15).  El, por ejemplo, nunca fue probado en cuanto el mal uso de la televisión.  Pero sí experimentó pruebas hechas especialmente para un Dios-Hombre que encajaban en las mismas categorías de todas las pruebas, incluso las nuestras.  
 
Y la razón por la cual El podía ser tentado, después de todo, es que El tenía una naturaleza humana, porque Dios no puede ser tentado por el mal (Santiago 1:13). El fue probado, prosigue el escritor, “según nuestra semejanza”. En otras palabras, el hecho de que El vino en la semejanza de carne pecaminosa permitió que fuese probado.
 
Sin embargo, existía una gran diferencia entre Su humanidad y la nuestra. El era “apartado del pecado”.  El no tenía naturaleza pecaminosa y nunca cometió ni solo un pecado. Pero eso no significa que Su humanidad fuera impecable.  Era pecable, aunque nunca conoció el pecado.  
 
Pero la persona del Dios-Hombre era impecable. Shedd observa correctamente: “Consecuentemente, Cristo teniendo una naturaleza humana pecable en Su constitución era una Persona impecable.  La impecabilidad caracteriza al Dios-Hombre como una totalidad, mientras que la pecabilidad es una propiedad de Su humanidad”.
 
 
C. Los resultados de las pruebas de Cristo
 
1. Sensibilidad. El se hizo sensible a la presión de ser probado. Lo experimentó con emociones y poderes que no podemos comprender.
 
2. Ejemplo. Nos provee un ejemplo de victoria sobre las pruebas más severas.
 
3. Comprensión. Puede ofrecernos entendimiento compasivo cuando somos probados.
 
4. Gracia y poder. El también nos puede proveer la gracia y el poder que necesitamos en los tiempos de prueba. Los que han experimentado los mismos problemas que nosotros son sensibles y compasivos, pero muchas veces pueden hacer poco o nada tocante a nuestros problemas. El sí puede hacer algo, y nos ofrece la gracia para ayudamos en el tiempo de necesidad (Hebreos 4:16). Solamente un Sumo Sacerdote Dios-Hombre puede hacer ambas cosas: tener compasión, porque El fue genuinamente probado, y darnos poder, porque El es Dios.

LA RESURRECCION Y LA ASCENSION DE CRISTO
 
 
I. LA RESURRECCION
 
A. La importancia de la resurrección de Cristo
 
1. Para Su persona.
 
Si Cristo no resucitó de los muertos, entonces fue un mentiroso; porque El predijo que lo haría (Mateo 20:19).  El ángel les dijo a las mujeres que llegaron a Su tumba y querían saber dónde El estaba: “No está aquí, porque ha resucitado como El dijo” (28:6).  La resurrección autentica a nuestro Señor como un verdadero Profeta.  Sin eso, todo lo que El dijo estaría sujeto a la duda.
 
2. Para Su obra.
 
Si Cristo no resucitó de entre los muertos entonces, por supuesto, El no estaría vivo para realizar todos Sus ministerios posresurreccionales.  Su ministerio hubiera terminado con Su muerte.  Por lo tanto, no tuviéramos ahora un Sumo Sacerdote, un Intercesor, un Abogado, o una Cabeza de la Iglesia.   Además, no hubiera esa persona viviente que residiera en nosotros y nos diera su poder (Romanos 6:1-10; Gálatas 2:20).
 
3. Para el Evangelio.
 
En el pasaje clásico, 1 Corintios 15:3–8, la muerte y la resurrección de Cristo se declaran “de primera importancia”.   El Evangelio se basa en dos hechos esenciales: un Salvador murió y vive.  La sepultura comprueba la realidad de Su muerte. El no se desmayó meramente sólo para ser revivido después. El murió.
 
La lista de testigos prueba la realidad de su resurrección. El murió y fue sepultado; resucitó y fue visto.  Pablo escribió tocante a ese mismo doble énfasis en Romanos 4:25; El fue entregado por nuestras transgresiones y resucitado para nuestra justificación. Sin la resurrección no hay Evangelio.
 
4. Para nosotros.
 
Si Cristo no resucitó, nuestro testimonio es falso, a nuestra fe le falta contenido significativo, y nuestra expectativa del futuro carece de esperanza (1 Corintios 15:1319).  
 
Si Cristo no ha resucitado, entonces los creyentes que han muerto estarían muertos en el sentido absoluto, sin esperanza alguna de resurrección.  Y nosotros que vivimos somos dignos de lástima por haber sido engañados respecto a que hay una resurrección futura para ellos.
 
 
 
 
B. Las evidencias de la resurrección de Cristo
 
1. Sus apariciones después de la resurrección.
 
La cantidad y variedad de personas en diversas circunstancias que vieron al Señor después de Su resurrección prestan evidencia abrumadora del hecho de que El sí resucitó de entre los muertos. Por ejemplo, cuando en el día de Pentecostés, Pedro presentó como prueba de su mensaje el hecho de que ellos fueron testigos del Cristo resucitado, lo hizo en la ciudad donde la resurrección había ocurrido menos que dos meses antes y a un público que podía preguntar en los alrededores para comprobar la afirmación de Pedro (Hechos 2:42).
 
El orden de las apariciones entre la resurrección y la ascensión de Cristo parece ser la siguiente:
 
·         a María Magdalena y a las otras mujeres (Mateo 28:8–10; Marcos 16:9-10; Juan 20:11-18);
·         a Pedro, probablemente por la tarde (Lucas 24:34; 1 Corintios 15:5);
·         a los discípulos en el camino a Emaús, al anochecer (Marcos 16:12; Lucas 24:13-32);
·         a los discípulos, excepto Tomás, en el aposento alto (Lucas 24:36-43; Juan 19:19-35);
·         (e) a los discípulos incluso Tomás, el próximo domingo por la noche (Marcos 16:14; Juan 20:26-29);
·         a siete discípulos junto al mar de Galilea (Juan 21:1-24);
·         a los apóstoles y a más de 500 hermanos y a Jacobo el medio herinano del Señor (1 Corintios 15:6-7);
·         a los que presenciaron la ascensión (Mateo 28:18-20; Marcos 16:19; Lucas 24:44-53; Hechos 1:3-12).
 
2. Efectos que demandan una causa (la resurrección)
 
Algunos hechos asombrosos tienen que ser explicados. Es inconcebible pensar que pudieran tener una explicación satisfactoria aparte de ser causados por la resurrección de Cristo. ¿Qué causó que la tumba estuviera vacía? Los discípulos vieron que estaba vacía. Los guardias le reportaron a los principales sacerdotes que estaba vacía y fueron sobornados para que mantuviesen silencio (Mateo 28:11–15).
 
Si fuese verdad la historia que se les ordenó contar (que los discípulos vinieron y se robaron el cuerpo), entonces, por supuesto, debieran de haber sido castigados o ejecutados por permitir que eso ocurriera mientras ellos estaban de guardia.  Algunos han sugerido que los discípulos se equivocaron de tumba, pero, de nuevo, la presencia de la guardia hace esto inconcebible.  La tumba estaba vacía (el efecto) porque Cristo había resucitado (la causa).
 
¿Qué originó los eventos del día de Pentecostés? El Pentecostés llegaba y se iba cada año, pero el año en que resucitó Cristo vio el descenso del Espíritu Santo como El había prometido (Hechos 1:5).  En su sermón, Pedro atribuyó la venida del Espíritu al hecho de que el Cristo resucitado había enviado el Espíritu (2:33).  La venida del Espíritu (el efecto) necesitaba causa suficiente (el Cristo resucitado).
 
¿Qué causó que cambiara el día de adoración? Todos los primeros cristianos eran judíos, acostumbrados a adorar en sábado.  Pero repentina y uniformemente comenzaron a adorar en domingo, aunque era un día regular de trabajo (Hechos 20:7).  ¿Por qué? Porque querían conmemorar la resurrección de su Señor, la cual ocurrió un domingo, ellos cambiaron el día de adoración.  La adoración en domingo, el efecto; la resurrección de Cristo, la causa.
 
 
C. Los resultados de la resurrección de Cristo
 
1. Un nuevo cuerpo prototipo.
 
Con la resurrección de Cristo apareció por primera vez en la historia una clase nueva de cuerpo de resurrección, porque El resucitó con un cuerpo eterno, para nunca más morir.  Antes de ese evento, todas las resurrecciones eran restauraciones a los cuerpos terrenales anteriores.
 
El cuerpo de resurrección de Cristo tiene conexiones con Su cuerpo terrenal no resurrecto.  Las personas lo reconocieron (Juan 20:20), retuvo las heridas infligidas por la crucifixión (20:25-29; Apocalipsis 5:6), tenía la capacidad aunque no la necesidad de comer (Lucas 24:30-33, 41-43), El sopló sobre los discípulos (Juan 20:22), y el cuerpo tenía carne y huesos para comprobar que El no era meramente un espíritu que se manifestaba en forma visible (Lucas 24:39-40).
 
Pero Su cuerpo de resurrección era diferente.  El podía entrar en cuartos cerrados sin abrir puertas (Lucas 24:36; Juan 20:19), podía aparecer y desaparecer a voluntad (Lucas 24:15; Juan 20:19), y nunca fue limitado por necesidades físicas como el sueño o la comida.
 
La descripción más detallada del Cristo resucitado y ascendido se encuentra en Apocalipsis 1:12-16.  Aquí Juan relata su visión del Cristo glorificado.  El era como un Hijo del hombre, lo cual lo relaciona con Su apariencia terrenal anterior, pero también irradiaba gloria de Sus ojos, Sus pies, Su voz, y Su rostro.  Esta es la manera en la cual algún día le veremos.
 
Su resurrección también sirve como prototipo de la resurrección de los creyentes.  Dos veces a Cristo se le refiere como el primogénito de los muertos (Colosenses 1:18; Apocalipsis 1:5).  Esto significa que El fue el primero en tener un cuerpo resucitado eterno.  
 
Nuestros cuerpos resurrectos, como el Suyo, serán diferentes de nuestros cuerpos terrenales.  Al contestar la pregunta de cómo serán los cuerpos resucitados de los creyentes, Pablo afirma que no serán los mismos que fueron puestos en la tumba simplemente reconstituidos; sino que serán nuevos pero aún relacionados con los anteriores (1 Corintios 15:35-41).
 
Totalmente, los creyentes en el estado eterno seremos “semejantes a él” (1 Juan 3:2). ¿Qué significa esto? Juan lo explica en los siguientes versículos. El ser como El significa ser puro (v. 3), estar sin pecado (v. 5), y ser justo (v.7).  Nuestros ser íntegro, lo que incluye nuestros cuerpos, tendrán estas características.
 
2. Una prueba de Sus afirmaciones.
 
Ya hemos mencionado que Su resurrección prueba Su veracidad como Profeta (Mateo 28:6).  También validó Su declaración de ser Señor y Mesías, un punto que Pedro enfatizó en su sermón del día de Pentecostés (Hechos 2:36). Pablo afirma que la resurrección demostró que El era el Hijo de Dios (Romanos 1:4).
 
3. Una condición esencial para Sus ministerios subsecuentes.
 
Si Cristo no resucitó, entonces Su vida y ministerio terminaron en la cruz, y El no hace nada de allí en adelante.  Por medio de la resurrección y la ascensión nuestro Señor entró en Sus ministerios presentes y futuros, de los que trataremos en el próximo capítulo.
 
La resurrección de Cristo siempre ha sido una verdad gozosa, fascinante, y motivadora para la Iglesia.   Una de las oraciones más simples y credos más primitivos era “Maranata”: “Ven, Señor”, o: “El Señor viene” (1 Corintios 16:22).   Nadie que negara la resurrección del su Señor podría decir eso.   Esta expresión afirmaba en la forma más clara que Jesús es el Señor viviente y que viene. ¡Maranata!
 
 
II. LA ASCENSION
 
A. Afirmaciones acerca de la ascensión
 
1.                  En el Antiguo Testamento. Dos referencias predicen la ascensión del Mesías (Salmo 68:18, citado en Efesios 4:8 y Salmo 110:1 citado en Hechos 2:34).
 
2.                  En los dichos de Cristo. Nuestro Señor habló de ir a Su Padre (Juan 7:33; 14:12, 28; 16:5, 10, 28) y específicamente de la ascensión (6:62; 20:17).
 
3.                  En los escritos del Nuevo Testamento. El debatido final de Marcos registra la ascensión (16:19); Lucas habla de ésta dos veces (Lucas 9:51; 24:51); pero la descripción principal está en Hechos 1:6-11. Otros pasajes del Nuevo Testamento se refieren a ésta (Efesios 4:10; 1 Timoteo 3:16; Hebreos 4:14; 1 Pedro 3:22), y otros que hablan de la presente exaltación de Cristo la presuponen (Colosenses 3:1).
 
B. Descripción de la ascensión
 
 
  • El lugar. Ocurrió “hasta Betania” (Lucas 24:50), es decir, en el lado del monte de los Olivos que mira hacia Betania (Hechos 1:12).
 
  • El procedimiento. Cristo realmente viajó hacia arriba como sostenido por una nube (v. 9). La ascensión no fue una desaparición repentina sino un movimiento gradual, aunque no por tiempo prolongado, hacia arriba.
 
  • La promesa. Mientras que los discípulos observaban, aparecieron dos ángeles y prometieron que el que acababa de serles quitado regresaría de nuevo de la misma manera.
 
C. Problemas que surgen referente a la ascensión
 
1. Fue contrario a las leyes de la naturaleza. Sí lo fue, pero el cuerpo resucitado de Cristo no estaba necesariamente sujeto a las leyes de la naturaleza.
 
2. ¿Ascendió El al cielo antes de Su ascensión pública? Algunos piensan que Juan 20:17 indica que hubo una o más ascensiones antes de la que se detalla en Hechos 1.  Sin embargo, el verbo “yo subo” es un presente futurista que se refiere a la ascensión pública venidera de Hechos 1, y ciertamente se refiere a ésta.
 
D. La importancia de la ascensión
 
La ascensión marcó el fin del período de la humillación de Cristo y Su entrada en el estado de exaltación. Aun los cuarenta días que transcurrieron entre Su resurrección y Su ascensión implicaron alguna limitación, por ejemplo, con respecto a manifestar Su gloria.
 
Sus apariciones posteriores a Su resurrección y anteriores a Su ascensión no asustaron a los discípulos en lo que respecta a la apariencia de Su cuerpo resucitado.  Pero la aparición de Cristo después de la ascensión a Juan descrita en Apocalipsis 1 debió de haber demostrado Su gloria mucho más vívidamente.
 
Habiendo tomado lugar la ascensión, Cristo entonces estaba listo para comenzar otros ministerios a favor de los Suyos y del mundo.

LOS MINISTERIOS DE CRISTO
POSTERIORES A SU ASCENSION
 
La resurrección y ascensión de nuestro Señor le proveyeron Su entrada al cielo y el comienzo de ministerios adicionales. El ya ha efectuado por lo menos uno; está realizando algunos a través de todo el período entre Su ascensión y Su segunda venida; otros comenzarán en el futuro.
 
 
I. MINISTERIO PASADO
 
Antes de Su muerte nuestro Señor prometió que no dejaría a los discípulos huérfanos sino que mandaría otro paracleto (Juan 14:16–18, 26; 15:26; 16:7). Ese último versículo claramente dice que la llegada del Espíritu dependería de que Cristo fuera al Padre.
Pedro repitió esto el día de Pentecostés alegando que fue el Cristo resucitado y ascendido quien envió al Espíritu Santo y las pruebas adjuntas que ellos presenciaron en aquel día (Hechos 2:33). Pedro mencionó específicamente tanto la resurrección (v. 32) como la ascensión (v. 34) como condiciones esenciales para que mandara al Espíritu.
 
II. MINISTERIO PRESENTE
 
A. Como Cabeza de Su cuerpo
Nuestro Señor por Su resurrección y ascensión fue situado en el puesto de honor a la diestra del Padre para ser Cabeza sobre la Iglesia, Su cuerpo (Efesios 1:20–23). Esto abarca varios ministerios específicos que El desempeña con relación al cuerpo.
 
1. El formó el cuerpo. El formó el cuerpo mandando al Espíritu en el día de Pentecostés para bautizar a los creyentes en el cuerpo (Hechos 1:5; 2:33; 1 Corintios 12:13). Aunque en la obra de bautizar del Espíritu Santo es el agente inmediato que efectúa el colocar a las personas en el cuerpo, el Cristo ascendido es el agente final porque El envió al Espíritu. El efecto práctico de esta nueva posición debiera ser la separación de la vida vieja y la demostración de novedad de vida (Romanos 6:4–5).
 
2. El cuida de Su cuerpo en varias maneras. Lo santifica (Efesios 5:26), una referencia al proceso entero de la santificación que comienza en el momento de conversión y continúa hasta que seamos presentados perfectos en Su presencia en el cielo. Se alude a la conversión en este pasaje por las referencias al “lavamiento” y “con la palabra”, la primera aparentemente tiene que ver con el bautismo y la última con la confesión publica del que en ese tiempo esté siendo bautizado.
Su obra de santificar incluye el sustentar y cuidar de Su cuerpo (Efesios 5:29). El sustentar significa traer a la madurez (como en 6:4 [criadlos]). Cuidar significa textualmente mantener en calor, y así amar y cuidar los hijos (la única otra aparición de esta palabra es en 1 Tesalonicenses 2:7).
 
3. Nuestro Señor ascendido también da dones al cuerpo (Efesios 4:7–13). Primero El descendió “a las partes más bajas de la tierra” (tierra es un genitivo de aposicíon que nombra las partes más bajas). Entonces ascendió a lo alto. Y cuando ascendió llevó consigo una hueste de cautivos. Aquí Pablo usa una ilustración del Salmo 68:18 en la cual el guerrero triunfante es exaltado cuando regresa con los enemigos capturados. El recibe regalos del pueblo conquistado y le da regalos a Su propio pueblo. Cristo conquistó el pecado y la muerte durante Su ministerio en la tierra; ahora le da regalos a Sus seguidores durante Su ministerio en el cielo. En 1 Corintios 12:5 la dádiva de dones también se atribuye al Señor.
 
4. El Señor ascendido también le da poder al cuerpo (Juan 15:1–10). Esta muy conocida ilustración de la vid y los pámpanos hace claro que si el poder del Cristo viviente no fluye por nosotros no podemos hacer nada. Claramente, ése es poder de resurrección que depende de una relación de nosotros estar en El y El estar en nosotros (14:17). Y esa relación no existió antes que El fuese al Padre. Por Su parte este ministerio abarca disciplina o aliento (que depende de lo que signifique “quitar” [15:2], como en 11:39, lo que también puede significar “tomar” como en 8:59), y limpieza (15:3). De nuestra parte requiere el permanecer, lo cual significa guardar Sus mandamientos (v. 10; 1 Juan 3:24).
 
B. Como sacerdote para su pueblo
 
Como sacerdote fiel, nuestro Señor ascendido se compadece, ayuda, y le da gracia a Su pueblo (Hebreos 2:18; 4:14–16). En este último pasaje el escritor basa este ministerio en la ascensión: El “traspasó los cielos”.
 
Como fiel sacerdote, nuestro Señor intercede por Su pueblo (7:25). El escritor relaciona este ministerio con el hecho de que este sacerdote, no está sujeto a la muerte como los sacerdotes del Antiguo Testamento, sino que permanece sacerdote para siempre y siempre vive para interceder por Su pueblo. No sabemos del todo la forma exacta que este ministerio toma en comunicar o mencionar nuestras necesidades; pero aparentemente abarca tanto el aspecto positivo de pedir que no ocurran ciertas cosas en nuestras vidas (Lucas 22:32), como el negativo de limpiarnos de cosas malas que sí ocurren (1 Juan 2:1–2). No sabremos hasta que estemos en el cielo todo lo que este ministerio de nuestro Sumo Sacerdote ha significado en nuestras vidas, tanto en los aspectos positivos como en los negativos.
 
Como sumo sacerdote nuestro Señor también sirve como el precursor, que nos asegura que nosotros finalmente tendremos la entrada en el cielo como El ya la ha tenido (Hebreos 6:19–20). La palabra “precursor” se aplica a un explorador que reconoce el terreno por donde otros van a transitar, o a un heraldo que anuncia la venida de un rey; en otras palabras, implica que otros seguirán. Cristo está ahora en el cielo como nuestro Sacerdote; esto nos asegura que nosotros le seguiremos a ese lugar algún día.
 
C. Como el que prepara un lugar para nosotros
 
Un poco antes de Su muerte, el Señor informó a los discípulos que pronto iría a preparar un lugar para ellos; después de lo cual El regresaría para llevarlos allá (Juan 14:1–3). La “casa del Padre” se refiere al cielo, y en el cielo muchas moradas hay. La palabra se halla solamente en los versículos 2 y 23 e indica residencias permanentes. Parte de Su obra actual es preparar estas residencias para los Suyos. Para poder comenzar esto El tenía que ir al Padre por la vía (v. 6) de la muerte y la resurrección.
 
 
 
III. MINISTERIO FUTURO
 
Aunque una discusión detallada de lo que ocurrirá en el futuro pertenece a la escatología, creo que es apropiado mencionar aquí por lo menos tres aspectos del ministerio de nuestro Señor en el futuro.
 
A. El resucitará a los muertos
 
En el futuro todos oirán la voz de Cristo que los levantará de entre los muertos (5:28). Algunos resucitarán para vida eterna y otros para condenación. Aunque sabemos por otras Escrituras que ambos grupos no serán resucitados a la vez, la causa de la resurrección de todos será Su voz que los llamará. Los creyentes de la edad de la Iglesia serán levantados en el arrebatamiento de la Iglesia (1 Tesalonicenses 4:13–18). Los santos del Antiguo Testamento aparentemente serán resucitados en la Segunda Venida (Daniel 12:2). Los muertos no creyentes de todas las edades no serán levantados hasta después del Milenio (Apocalipsis 2:5).
 
B. El recompensará a toda persona
 
Aunque la persona promedio piensa en Dios (el Padre) como el Juez de todos, el Señor dijo que todo juicio se le había dado a El (Juan 5:22, 27). Como en la resurrección, el juicio para todos no se efectuará al mismo tiempo, pero Cristo juzgará a todos.
 
Los creyentes serán juzgado por El en el Tribunal de Cristo (1 Corintios 3:11–15; 2 Corintios 5:10) después del arrebatamiento de la Iglesia. El resultado de este juicio será el cielo para todos, aunque con una cantidad variada de recompensas. Todos recibirán alguna alabanza de Dios (1 Corintios 4:5). Los no creyentes serán juzgados en el Gran Trono Blanco al concluir el reino milenial (Apocalipsis 20:11–15). Todos serán recompensados según sus obras y echados en el lago de fuego. Ninguno se verá como merecedor del cielo. Pero sea cual fuere el tiempo, todos serán juzgados por el Señor.
 
C. El gobernará este mundo
 
Cuando nuestro Señor regrese, tomará las riendas del gobierno y gobernará las naciones de este mundo como un dictador benevolente (19:15). Entonces, y solamente entonces, el mundo experimentará un tiempo de justicia, honradez, bienestar social, prosperidad económica y conocimiento espiritual. El demostrará que es Rey de reyes y Señor de señores en la misma arena donde ocurrió la rebelión del hombre contra Dios.

AMEN.
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
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